Entre mar y campo

 
 
 
 
 

Estamos invitados a tomar el té o a disfrutar de un atardecer en la Estancia Juancho Viejo. Un viaje imperdible hacia el siglo pasado


Este paseo te invita a rememorar el pasado, un circuito que enlaza viejos almacenes de ramos generales y estaciones ferroviarias, como la estoica estación de Juancho Viejo de estilo inglés. Hasta allí llegaban los turistas ansiosos hacia estas playas para luego ser transbordados a un puesto de inmigrantes japoneses y mediante un tren de trocha angosta accedían hasta la playa. La naturaleza y vida silvestre de los alrededores de Juancho fueron y siguen siendo los espectadores de los destinos del hombre a lo largo de la historia. Su historia se remonta a luchas y conquistas entre indios y terratenientes, de historias de amor y sueños anhelados. Juancho fue un símbolo esencial en la vida de la región y a partir de ella y de la muerte trágica de su dueña, Felicitas Guerrero, es como se fueron subdividiendo las tierras para la conformación de nuevos cascos de estancias, centros productores de ganado y frutales. Bajo leyendas y tradiciones populares hay quienes dicen que su nombre se lo ha dado un peón llamado Juancho, quien fue asesinado y tirado a la laguna homónima. Actualmente se puede visitar, pertenece al Partido de General Juan Madariaga y se organizan tardes de té con exquisitos dulces y tortas.
Circuito: (se realiza en conjunto con la Secretaría de Turismo de General Juan Madariaga) y sus guías locales. El punto de encuentro es Av. Bunge y Shaw, la salida es ni bien se termina de almorzar, debido a que se deben recorrer unos 18 km. Después de recorrer la Ruta 11 hasta Cariló, se ingresa por un camino de tierra hasta Dos Montes, antiguo potrero de Charles, la estancia de Carlos Guerrero, hermano mayor de Felicitas, y desde donde se comenzó con la épica plantación de Cariló. El camino transcurre en pleno territorio de General Madariaga, zona de campo, entre montes de tala y coronillo, -plantas autóctonas de la región-, sobre lomadas de conchilla. La postal se tiñe de colores verdes, azulados y ocres, entre el ganado vacuno, las aves de la zona y el aroma a la tierra fértil. Se llega a la estación Juancho, donde nos estarán esperando para compartir un té, o una picada disfrutando de un sereno atardecer si el clima lo permite, entre relatos, música típica, y muestra y venta de artesanías gauchescas. Toda una aventura singular, donde la interpretación se convierte en un gran tesoro que nuestra memoria no querrá olvidar.